“Las atenciones de fonoaudiología por teleterapia duran 40 minutos aproximadamente. En ellas trabajamos 30 minutos directamente con el niño y los otros 10, los dedicamos a conversar con las mamás. Ahí les explicamos las actividades enviadas por correo electrónico que deben realizar en la casa con los niños. En esta pandemia nadie lo está pasando bien y ese momento, ese espacio de conversación, ellas lo agradecen mucho”. Así resume Javiera Cortés, fonoaudióloga, académico de la carrera de Fonoaudiología en la Universidad Católica y profesional que trabaja hace más de cuatro años con los niños del Patronato, las atenciones que ha estado realizando en lo que va de esta pandemia por Covid – 19.
“Los niños en general han reaccionado súper bien”, agrega Javiera. “Esperan con mucho entusiasmo a que llegue el día de nuestra atención. Todas las intervenciones se realizan a través de presentaciones dinámicas y en base a las cosas que le gustan a ellos, por ejemplo actividades de superhéroes, de la película Cars, de la serie de tv La Patrulla Canina, etc. Lo hacemos un momento entretenido de juego en donde aprovechamos de estimular lo máximo posible su lenguaje. Con una menor cantidad de niños ha sido difícil trabajar el tema atencional porque se distraen mucho, pero es algo que también ocurría de manera presencial”.
Al día de hoy un total de 13 pacientes del Patronato se están conectando con el médico a través de la telemedicina y así no han dejado de recibir sus atenciones de fonoaudiología. “Son niños muy vulnerables, con baja estimulación y que realmente necesitan de este tipo de ayuda. Además, el encierro es un estrés adicional. Es por eso que seguir realizando las atenciones es más urgente que nunca, aunque sea a través de esta modalidad”.
Javiera reconoce que la telemedicina no se compara a las terapias presenciales, pero mirando el vaso medio lleno, con ellas se han descubierto aspectos más que positivos. “La verdad es que ha sido una experiencia increíble que nos ha permitido incluso conocer el contexto en el que viven los niños que atendemos. Ha permitido que los padres se puedan acercar a la terapia y participar activamente de ella, algo que de manera presencial muchas veces no teníamos”.
Y agrega que “en las sesiones necesitamos que el papá o la mamá esté al lado del niño y sean básicamente nuestros co – terapeutas. En este sentido ha sido un tremendo aprendizaje para ellos también, donde han tenido que aprender cómo realizar ciertos ejercicios en beneficio de la estimulación de sus hijos”.